Dirección: Fritz Lang.
País: Alemania.
Año: 1927.
Duración: 153 min.
Interpretación: Alfred Abel (John Fredersen), Gustav Fröhlich (Freder), Brigitte Helm (Maria / El Robot), Rudolf Klein-Rogge (Rotwang), Fritz Rasp (Slim), Theodor Loos (Josaphat), Heinrich George (Grot).
Guión: Fritz Lang; basado en la novela de Thea von Harbou. Producción: Erich Pommer.
Música: Gottfried Huppertz.
Fotografía: Karl Freund y Günther Rittau.
Dirección artística: Otto Hunte, Erich Kettelhut y Karl Vollbrecht. Vestuario: Aenne Willkomm.
Efectos especiales: Ernst Kunstmann.
Efectos visuales: Eugen Schüfftan
País: Alemania.
Año: 1927.
Duración: 153 min.
Interpretación: Alfred Abel (John Fredersen), Gustav Fröhlich (Freder), Brigitte Helm (Maria / El Robot), Rudolf Klein-Rogge (Rotwang), Fritz Rasp (Slim), Theodor Loos (Josaphat), Heinrich George (Grot).
Guión: Fritz Lang; basado en la novela de Thea von Harbou. Producción: Erich Pommer.
Música: Gottfried Huppertz.
Fotografía: Karl Freund y Günther Rittau.
Dirección artística: Otto Hunte, Erich Kettelhut y Karl Vollbrecht. Vestuario: Aenne Willkomm.
Efectos especiales: Ernst Kunstmann.
Efectos visuales: Eugen Schüfftan
"Metropolis" es una película muda, rodada con medios rudimentarios, sin embargo, continúa siendo una de las películas artísticamente más impecables de todos los tiempos, ya no sólo por la buena utilización de las técnicas, sino porque derrocha una fantasía abrumadora. Cada escena es toda una obra de arte por su perfecta combinación de iluminación, fotogafía, rocambolescos decorados y magnífico montaje.
Asimismo, resulta cuanto menos curioso el observar cómo ha evolucionado el cine. El cine mudo, con sus gestos viscerales, sus exageradas poses, sus acelerados movimientos... Una idea de la cinematografía completamente diferente, pero que posee un encanto indiscutible.
Además, su argumento es, pese a su desarrollo algo ingenuo para nuestros días, de una complejidad y profundidad asombrosas, abordando el mismo tema que "Tiempos modernos" de Chaplin, pero con una perspectiva absolutamente diferente. Comienza con una dura crítica al capitalismo y su mecanización de la sociedad. Cómo el hombre está siendo víctima del trabajo, cómo el inventor de todo este tinglado no se ha dado cuenta de que lo que realmente ha creado es un instrumento en el que los más inútiles son los que acaparan toda la riqueza, mientras los trabajadores sudan en sus puestos. Más tarde aborda otro gran tema como la religion. Nos habla de fanatismos, de la necesidad de encontrar un líder en el que arroparnos y en el que justificar nuestras acciones. Tambien el egoísmo es blanco de tiro en "Metropolis", la rivalidad amorosa, el fetichismo, el jugar a ser Dios y, en definitiva, la naturaleza humana.